Un típica noche de Tribunales

Venía masticando el tema desde hacía unos días o semanas pero no lo podía plasmar en letras y a su vez en palabras.
Es la realidad, la que muchos no quieren ver y dicen que estamos bien, cada vez mejor.

Un típico día (o noche) de Tribunales

Soy lo que podrían llamar de clase laburante como cualquier otro que trabaja en la zona de Tribunales, más cerca de Av. Córdoba que de Corrientes. Zona de mucha bulla durante el día y escalofriante tranquilidad de noche. En mi caso particular, mi vida comienza cuando todos se van, a eso de las siete de la tarde. No me quejo, estoy tranquilo a esa hora.

Todas las noches hago mi habitual recorrido de una esquina a la otra. Particularmente a la madrugada no pasa nada. De vez en cuando me quedo sentado en el vestíbulo de un edificio de la cuadra y veo el mundo pasar.

«Taca taca, taca taca» es el ruido del carro de un cartonero que se abre por la calle y revisa una bolsa. A veces logra su objetivo, el cual es acumular una pila de cartones, papeles, etc, que le sirven para juntar unos mangos que podrá llevar a su casa. Las botellas también le son útiles. A veces no tiene suerte y en las bolsas se encuentran cosas desagradables, doy fe.
¿Puedo ver? – le dije al cartonero.
Me sumergí en la basura tratando de buscar algo comestible. Bueh, un combo de hamburguesa y papa fritas. Otra vez lo mismo. pensé.

Me quedé sentado en el cordón de la vereda junto al cartonero donde a escasos metros nuestros, dos chicos, cartoneros también, demostraban su amor a la penumbra del alumbrado público mientras los colectivos que también poseían su propia penumbra (en el interior) pasaban a considerable velocidad, como si no hubiera nadie.

Ayer hizo frío y me tomé el atrevimiento de pedirle prestado a Evelio, el linyera, una frazada.
Hoy fue igual, mientras Evelio escuchaba la radio y tomaba un vino de tetrabrik, yo veía cómo las gotas de llovizna hacían ondular los charquitos de agua que se formaban por las baldosas desniveladas
Mientras, había otro linyera que nunca había visto. Bajo la luz de un local de ropa, éste se empeñaba en desarmar una impresora que había encontrado tirada.
La típica llovizna de otoño, gotas molestas de un par de horas que no hacen más que humedecer la ropa.

Doce de la noche, hace su recorrido el camión de basura y los basureros van trotando a su costado, como los perros cuando corren a los autos.
Uno de los basureros agarró una bolsa que había sido abierta previamente por un cartonero la cual se abrió totalmente cuando éste la revoleó con la intención que cayera dentro del camión compactador. El resultado ya lo imaginan: la calle era una reverenda mugre y el tipo no se iba a detener a juntar todo el enchastre; siguió corriendo a las puteadas.

Como un relojito, a las cinco de la mañana siempre veo salir del edificio de la vereda de enfrente dos chicas. Supongo que deben trabajar lejos porque salen tempranito.
Solo se el nombre de una, Daiana. Jovencita la niña, muy bonita.
Pasó por la puerta del estacionamiento de la cuadra sin prestar atención a los silbidos del cuidador del mismo.
Mi amoooor, ¿cuánto la hora?

Ya de día, a las siete de la mañana, me encontraba bajo el techito de un café. El dueño del local quitó el candado y subió las persianas de lo que una hora después será un típico y concurrido bar lleno de gente bien vestida que toma café y habla con términos legales pero que deja poca propina, apenas unas miserables monedas.
Buen día, disculpe – le dije al dueño.
El hombre apagó el pucho y entró al local.

Ya se termina la noche para mí, que no es más que la culminación de mi jornada.
Me meto entre las chapas que sirven de portón en la construcción de un edificio de oficinas que hasta su culminación servirá de asilo para los albañiles paraguayos y ucranianos que trabajan en la misma.

Esa es mi vida, no es tan simple como parece. No es tan simple la vida de una cucaracha que vive en Tribunales.

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2 comentarios en “Un típica noche de Tribunales

  1. Cagondena, muy bueno el relato y la sensación de desolación que transmite. Eres un monstruo Kana – quien dice esto no soy yo sino la cochina envidia…

Antes de darle al botón "Publicar" y mandar todo al carajo, te recomiendo que respires hondo y leas las FUQ que te iluminarán el camino :)

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